16 Jul Libros para el verano (II): Tú no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff
Elegir las lecturas de verano requiere tiempo. Debido al calor excesivo y a las vacaciones de verano, durante estos meses gozamos de una libertad temporal de la que carecemos el resto del año. Entre mis alternativas preferidas para los libros de verano, Tú no eres como otras madres (Errata Naturae) es mi segunda elección.
Índice del contenido
Angelika Schrobsdorff, luz en la sombra
De la biografía de Angelika Schrobsdorff no se conoce demasiado. Nació en 1927 en Berlín, ciudad que marcó toda su vida y a la que, curiosamente, regresaría durante su vejez en 2006. Sus padres fueron Else Kirschner, judía educada en unas tradiciones que detestaba, y Erich Schrobsdorff, por quien la escritora sintió una profunda admiración.
Dado que, en el momento de su nacimiento, la familia formaba parte de la burguesía acomodada de Berlín, creció rodeada de las fiestas y lujos propios de los años veinte. A estos primeros años, en los que Angelika dispuso de todo cuanto deseó, prosiguieron otros llenos de dolor y miseria. Con el ascenso del nazismo, emigró junto a su madre y su hermana a Bulgaria, sustituyendo una alocada vida de excentricidad y riqueza por la pobreza y el desconsuelo propios de los que abandonan su país.
Los años en Bulgaria, lugar en el que permaneció junto a su familia hasta el final de la guerra, marcaron profundamente a la escritora. La pérdida de la mayoría de los amigos de la familia, especialmente aquellos que fueron enviados a campos de concentración, así como la pobreza y el miedo a ser descubiertas, despojaron a la niña de su ingenuidad y la lanzaron violentamente a un mundo aterrador.
El escándalo de sus obras
Su adolescencia y juventud fueron inmortalizadas en su primera novela, Hombres (1961), la cual causó un enorme escándalo y fue objeto de censura parcial. Aunque no es, al igual que Tú no eres como otras madres, una novela autobiográfica, Schrobsdorff se esconde en personajes ficticios para narrar sus primeros encuentros amorosos. La que tanto dolor había soportado a una edad tan temprana, aquella que había cosido el miedo a la existencia y sentía un profundo desasosiego ante la idea de ser abandonada, se convirtió en una mujer cruel y egoísta que utilizaba a los hombres para su propio divertimento.
Hombres, que fue un éxito de ventas y podría ser otra recomendación para libros de verano, encaja en la narración con Tú no eres como otras madres (1992),un bello homenaje a su madre, Else Kirschner, con la que se consagró como una de las mejores escritoras de Alemania.
Tú no eres como otras madres,eres mejor
Cuando Angelika Schrobsdorff publicó este libro, Else Kirschner ya había fallecido. Murió en Berlín en 1949, en un país que, aunque la hubiera expulsado y hubiese asesinado a sus padres y amigos, seguía siendo el suyo. De eso se ocupó Angelika Schrobsdorff: de recordarnos la valentía y el estoicismo con los que su madre sobrellevó una situación monstruosa. Por ello, mi segunda opción de libros para el verano es Tú no eres como otras madres de Angelika Schrobsdorff.
Romper con lo inculcado
Cuando uno comienza a leer Tú no eres como otras madres, no tarda en percatarse de lo singular que era Else. Educada por unos padres judíos practicantes, Minna y Daniel, Else Kirschner rompió con aquello que sus padres le habían intentado inculcar desde pequeña: adaptarse lo más silenciosamente posible a una sociedad arraigada en viejas costumbres. Así, cuando sus padres buscaban un pretendiente ventajoso para ella, Else no dudó en escaparse con su primer amor, Fritz, y dar a luz a su primer hijo, Peter.
Pero fue este el primer paso de una rebeldía que arrastraría toda su juventud. Por mucho que sus padres acabaran perdonando a su hija, a quien consideraban dentro del sistema por haber sido madre, la primera pieza de dominó había caído. Else había experimentado una libertad nueva, una emancipación de la que, si bien comenzaban a surgir retazos, pocas mujeres podían presumir. Se mudó con su marido a una nueva casa y comenzaron las fiestas fastuosas de los locos años veinte, orgías y alcohol en las interminables noches del invierno berlinés.
Cuando Fritz le fue infiel con otra mujer, el ánimo de Else no decayó, porque la vida era jolgorio y diversión y nada podía entorpecer su progreso. Allí, entre copas y música, conoció a su segundo amante estable, Hans, con quien tuvo a su segunda hija, Bettina. Porque Else, una mujer dispuesta a ver siempre el vaso medio lleno, se había propuesto algo insólito: tener un hijo con cada hombre al que amase. Y así fue como conoció a Erich Schrobsdorff, padre de Angelika Schrobsdorff, la futura escritora.
El nazismo y la pobreza
Al leer las páginas de Tú no eres como otras madres, una no puede dejar de pensar lo maravillosa que debió ser Else, un ser singular capaz de hacer brotar luz en cualquier rincón polvoriento. Sin embargo, la incapacidad de la madre de Angelika para afrontar la realidad, esa tendencia a escapar de los problemas a través de las fiestas nocturnas, no tardó en tener consecuencias. Era una bomba de relojería: el nazismo crecía de manera imparable y, mientras muchos amigos de raíces judías abandonaban una Alemania que comenzaba a ser irreconocible, Else quitaba importancia a los acontecimientos, dando por sentada una democracia que tardaría poco en desmoronarse.
Cuando Else y Erich pasaron a la acción, para muchos era tarde. Se planeó la separación y Else, Bettina y Angelika marcharon a Bulgaria. Quedaban atrás las fiestas, los lujos y la excentricidad. Comenzaba a izarse la pobreza y, sobre todo, el terror a ser descubiertas, un pavor que, de manera parasitaria, se expande y controla la razón a su antojo. La joven Angelika, que apenas conocía el mundo real hasta el momento, ese mundo en el que la riqueza no brota de la nada y la gente muere por la inacción de los otros, fue empujada ferozmente a él.
Llegaron las noticias de las muertes y las desapariciones, el desconocimiento acerca del destino de un hijo en el frente, la estrechez y el hambre, el desarraigo en un país en el que ni siquiera hablaban la lengua nacional; en definitiva, llegó el horror y la incomunicación entre madre e hija: la cicatriz que arrastraría Angelika Schrobsdorff durante toda su vida.
La madre y las hijas
Aunque no son novelas autobiográficas, lo cierto es que tanto Tú no eres como otras madres como Hombres contienen pasajes idénticos que, curiosamente, la propia autora vivió. En ambas novelas, Angelika Schrobsdorff relata sus años en Bulgaria, su transformación en una joven sumamente atractiva y el deseo de escapar de su pasado mediante sus experiencias amorosas.
Las narradoras de ambas novelas coinciden al señalar la frialdad que las conquistó durante el exilio, cómo Else expresó en muchas ocasiones su desconcierto y desilusión ante la mujer en la que se estaba convirtiendo su hija. Angelika se volvió distante, ajena a cualquier problema familiar, incluido el arresto y traslado de su hermana Bettina a un campo de concentración. Pareciera que Tú no eres como otras madres es el arrepentimiento final de una Angelika adulta que pide perdón a su madre. Así aparece retratada Else durante el último tramo de su vida: moviendo cielo y tierra por Bulgaria para encontrar a su hija Bettina, moviendo cielo y tierra mientras la esclerosis múltiple le va despojando de la movilidad de manera paulatina.
Pero, ¿cómo podemos juzgar a una mujer que vio morir a sus abuelos, amigos y hermanos por el nazismo?, ¿cómo vuelve a su ser quien ha visto la negrura que habita en la profundidad del ser humano?
“Y sin embargo la vida ha sido bella”
La parte final de la novela reúne las cartas que Else Kirchner intercambió con amigos y familiares al final de su vida. Se trata de misivas llenas de cariño que nos trasladan la filosofía de quien fuera una increíble mujer, pero una mujer sin patria: alejada de la cultura por iniciativa propia, despreciada por alemanes y judíos y, finalmente, separada de sus hijas de un modo u otro.
No obstante, no encontramos rencor en estas cartas. Else escribe de su madre, asesinada en un campo de concentración por ser judía; de su hijo Peter, caído en el frente; de los amigos de la infancia, a los que no volvió a ver y cuyo final desconoce pero, desgraciadamente, sospecha; de su hija Bettina, asentada en Bulgaria, a miles de kilómetros de su madre; y de su hija Angelika, una mujer fría, cruel y narcisista a causa del tormentoso pasado que arrastra, como un fantasma, de aquí para allá, sin ruta ni descanso. Pero, como escribió la propia Else: “Y sin embargo, la vida ha sido bella”.
Por ello y por mucho más, Tú no eres como otras madres es una de las novelas más bellas que he leído y una recomendación de libros para el verano:
“Yo solo veo mis errores y nada, absolutamente nada, en lo que pueda sostenerme, de lo que pueda decir que estuvo bien y fue decente. No obstante, a veces ni siquiera me arrepiento. Fue, a pesar de todo, bello”
Tú no eres como otras madres
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