Libros gratis imprescindibles (III): Sobre la vejez de Cicerón

En muchas ocasiones, los lectores no pueden recurrir a todos los libros que quisieran por motivos económicos. En este sentido, las obras sin derechos son, además de obras cumbre de la literatura, la puerta de salida para continuar con las lecturas. En post anteriores, recomendé la Odisea de Homero y las Meditaciones de Marco Aurelio. En esta ocasión, entre los libros gratis imprescindibles, Sobre la vejez de Cicerón es un tratado necesario y una defensa de los mayores, a quienes debemos proteger y respetar (para descargar gratis Sobre la vejez, pincha aquí)

La osadía es propia de la juventud; la prudencia, de la vejez.

Cicerón

Índice del contenido

La agonía de la República

Marco Tulio Cicerón nació en el 106 a.C. y murió en el 43 a.C. Su trayectoria estuvo ligada a la política y la vida pública, destacando como un gran orador, filósofo y escritor de su tiempo. Dada la época que le tocó vivir, presenció el último siglo de la República de Roma, intuyendo y alertando acerca de lo que estaba a punto de ocurrir.

A pesar de que se mostró fiel a Roma y la República, era evidente la podredumbre del sistema republicano. La división de clases entre la aristocracia y los esclavos era cada día más notoria. La clase política estaba dividida entre quienes defendían los intereses de los poderosos y quienes, en apariencia, buscaban la representación popular. Roma centralizaba el poder en su seno, pues las provincias apenas eran escuchadas en el Senado. A ello se sumó la crisis agraria provocada por la falta de abastecimientos, el éxodo rural a las ciudades, la llegada masiva de extranjeros y el crecimiento del Ejército como única salida para las clases bajas.

Las provincias, olvidadas y carentes de los derechos, se levantaron contra los invasores. Las luchas internas en Roma se intensificaron. En medio de este clima se descubrió, en el 63 a.C., la «conjuración de Catilina», quien, apoyado por los populares y parte del pueblo, pretendía terminar con la República. Los discursos de Cicerón en el Senado fueron recogidos en las famosas Catilinarias.

Los mandatarios políticos eran cada vez más personalistas y fueron, poco a poco, allanando el terreno hasta la llegada de Augusto y la muerte, por lo tanto, del sistema republicano. El límite temporal en el que podían estar en el poder los magistrados fue ampliándose paulatinamente. Así, sin que ninguno lo supiera con certeza, los dirigentes fueron arrebatándole el poder a la democracia y construyendo una nueva mentalidad en una sociedad que, años atrás, jamás habría aceptado de un modo tan sosegado la derrota. Primero fue Tiberio Graco en el 133 a.C. Diez años después, su hermano Cayo Graco. Sila se izó como dictador durante tres años en el 82 a.C. y en el 49 a.C. llegaría Julio César, al que sucedió su sobrino Augusto, con quien comenzaría el Imperio.

El abandono de la política

Si queréis leer o escuchar historias de países extranjeros, encontraréis grandes estados arruinados por sus dirigentes jóvenes. Pero estos mismos estados fueron regenerados y sustentados por dirigentes ancianos

Cicerón

Cuando, en el 49 a.C., Cayo Julio César marchó contra Pompeyo, su antiguo aliado, Cicerón se posicionó a favor de este último. Sin embargo, con la victoria de Julio César, Cicerón acabó por rendirse. Pese al indulto de César en el año 47 a.C., el filósofo se retiró de la vida pública, a la que había consagrado sus mejores años, y se entregó a las artes, en especial la literatura.

En esos años, Cicerón se enfrentó a los grandes dilemas de su vida. No solo se eclipsaba la República, un sistema político al que había dedicado su vida. Su hija Tulia, a quien debió de querer profundamente, falleció en el 45 a.C.

Así, le ocurrió a Cicerón lo que ya había ocurrido a otros hombres y mujeres con anterioridad -y seguiría ocurriendo a otros muchos después de su muerte, incluido Dostoievski-. Cuando todo parecía desmoronarse, se aferró a aquello que nunca le abandonaría: la escritura.

De Senectute, un alegato en defensa del paso del tiempo

La ancianidad es llevadera si se defiende a sí misma, si conserva su derecho, si no está sometida a nadie, si hasta su último momento el anciano es respetado entre los suyos.

Cicerón

Escribió Cicerón Sobre la vejez en torno a la primavera del 44 a.C., cuando el filósofo tenía 62 años. Se la dedica a su amigo y, en parte, editor, Tito Pomponio Ático, tres años mayor que él. De Senectute es un texto didáctico, un alegato en favor de los mayores y una defensa del paso del tiempo. Por ello, muchos lo han catalogado como un «tratado de gerogogía» o «arte de saber envejecer».

Aunque el principal destinatario de la obra es su amigo Tito, quien, como él, se considera ya parte de la tercera edad, esta obra puede ser leía por todo tipo de públicos, especialmente los jóvenes, debido a los numerosos consejos que se encuentran en ella. Por ello, Sobre la vejez de Cicerón es mi tercera opción de libros gratis imprescindibles.

En esta obra, Cicerón va desmontando uno a uno los tópicos que se suelen atribuir a la vejez: la falta de memoria, la mala condición física, la privación de placeres o la cercanía de la muerte. Para ello, la obra se concibe como un diálogo entre Marco Porcio Catón, de 84 años, y Escipión y Lelio, dos jóvenes que admiran al anciano. Por boca de Catón, Cicerón nos muestra sus ideas respecto a la vida, el comportamiento humano o el paso del tiempo, todas ellas con una fuerte influencia de la filosofía griega.

Entre otras máximas, Cicerón recalca la idea de que, una vez envejecido, se recogen los frutos de toda una vida. Así, de nada sirve ser anciano si, a lo largo de la vida, uno no ha cultivado la virtud. «Ni los cabellos blancos, ni las arrugas hacen surgir de repente la autoridad», afirma, «Los frutos de la autoridad los produce la edad vivida honestamente desde el principio».

También hace hincapié en el cuidado del cuerpo y la mente, con ejercicio físico moderado y, por supuesto, un constante cultivo intelectual. La tercera edad tiene, a ojos de Cicerón, una función muy importante en la sociedad: la de instruir a los jóvenes y guiarlos, ya que estos, inexpertos y enajenados por los placeres, son incapaces todavía de discernir lo bueno de lo malo.

El final del tratado parece una preparación para lo que vendrá, ya que, siguiendo la filosofía estoica, para Cicerón la muerte es una parte más de la naturaleza y hay que aceptarla. «Y si algún dios me concediera volverme de esta edad a la de niño otra vez y llorar en la cuna, me resistiría mucho», asegura, «pues no quiero desde el fin de la carrera volverme otra vez al principio». De este modo, la muerte no se concibe como el fin de una vida, sino la liberación de la cárcel que es el cuerpo, y, tal y como nos recuerda, «la naturaleza nos dio una posada para detenernos, pero no para habitarla»

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No me arrepiento de haber vivido, pues he vivido de tal manera que no considero que mi nacimiento haya sido en vano.

Cicerón

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Los libros gratis imprescindibles que te propongo son libros sin derechos y la base sobre la que se construye la Literatura Universal.

1 Comment
  • Anastasia Del Río Carrasco
    Posted at 08:03h, 25 marzo Responder

    Lo primero, gracias Rebeca por tus entradas y página web. Me parecen muy interesantes y novedosas, sigue así.

    Te quería preguntar por tu opinión acerca de si Cicerón se vio influenciado de alguna manera en su obra literaria por el hecho de haberse posicionado en el bando perdedor, claudicar ante J. César y a la postre, vivir gracias a su indulto

    Gracias,

    Anastasia.

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