Cinco poemarios para cinco estados de ánimo

La poesía, “creación o producción” en latín, ha sido un género tratado de manera diferente en épocas pasadas. En la Antigüedad era una de las Siete Artes Liberales, de modo que los poetas eran considerados sabios e ilustrados, respetados por la sociedad como verdaderos artífices de la lengua. Esta tendencia permaneció más o menos inalterable hasta la llegada de la Ilustración y, sobre todo, el siglo XIX. La novela moderna, según muchos inaugurada por Miguel de Cervantes en 1605, vino a relegar a un segundo plano a los poetas. Sin embargo, contiene la poesía una condensación de la que carece la prosa. Es, como ningún otro género, capaz de transmitir lo justo con el menor número de palabras posibles, despertando en el lector lo que creía dormido o incluso desaparecido. Así, acudir a los versos en ciertas ocasiones produce un reposo que otros géneros son incapaces de imaginar. Por ello, aquí te traigo cinco recomendaciones de poemarios, dependiendo del estado de ánimo en el que te encuentres.

Índice del contenido

Donde habite el olvido: Cernuda para el desamor

Empiezo mis recomendaciones de poemarios con Luis Cernuda. En 1934, tras una violenta ruptura con el que fuera su primer amor, Serafín Fernández Ferro, Cernuda comenzó a escribir Donde habite el olvido. En esta obra, el joven poeta de la Generación del 27 indaga en la psicología de la ruptura, en sus contradicciones y anhelos y, por supuesto, se sumerge en el dolor que causa el pasado y el hueco que ahora se encuentra carente de contenido.

Como nube feliz que pasa sin la lluvia,

como un ave olvidada de la rama nativa,

a un tiempo poseíste muerte y vida

sin haber muerto, sin haber vivido.

Lo que queda tras el desamor es contradicción y angustia, y la duda constante de si la otra persona existió o fue forjada por nuestra inocencia y expectación. Por ello, Donde habite el olvido es un poemario maravilloso para sumergirse en el desamor y vislumbrar, aun en la tristeza, la belleza de reencontrarse con uno mismo.

La voz a ti debida: el enamoramiento inicial

Pocas personas han definido con tanta precisión el amor como Pedro Salinas. Aunque casado con Margarita Bonmatí, en 1932 conoció Katherine R. Whitmore, de la que se enamoró profundamente. La voz a ti debida, Largo Lamento y Razón de amor surgieron como consecuencia de la incontrolable pasión que sintió por la joven, un amor que, sin embargo, no siguió los cauces que a Salinas le hubieran gustado.

Si de mí se me escaparon,

no fue para ir a morirse

en la nada.

En ti seguían viviendo.

Lo que yo llamaba olvido

eras tú.

Pero el amor de Salinas no es superficial ni corpóreo, no se centra en un amor egoísta que simplemente es deseado por dar origen a sensaciones placenteras. A diferencia de otros poetas que han escrito sobre el amor, Salinas escribe al amor verdadero, a la búsqueda de la amada en todo lo que siente y per

cibe. No la describe nunca físicamente. No le importa. Porque ella es más que su cuerpo y ella lo impregna todo. Por eso, La voz a ti debida es la segunda de las recomendaciones de poemarios que os traigo.

Coplas a la muerte de mi padre para combatir enfermedad y pérdida

Tratándose de una composición del siglo XV, muchas personas la desprecian sin siquiera haberla leído. Pareciera que, al no estar concebida en español moderno, se escapara al entendimiento y, sin embargo, ocurre todo lo contrario. Jorge Manrique destacó desde su publicación por utilizar un léxico común y un estilo llano, evitando caer en juegos de palabras y dificultades que escribían otros de sus contemporáneos.

Recuerde el alma dormida,

abive el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se viene la muerte

tan callando

Tras una larga enfermedad, murió Rodrigo de Manrique en Illescas a consecuencia de un cáncer. Su hijo Jorge quedó profundamente marcado por este acontecimiento, pues su padre, que había combatido en las guerras de su tiempo y era un hombre fuerte y admirado, quedó postrado en la cama, gritando de dolor sin poder apenas moverse. La enfermedad, que destruye todo cuanto creíamos propio, y la muerte, que llega tarde o temprano, marcaron el origen de las Coplas. Sin embargo, ante la Muerte hay que mostrar serenidad y aceptación, pues para Manrique, un fiel creyente, el cometido ya ha sido cumplido. Por ello, es esta una obra que aporta fortaleza a todo el que la lee y una de las imprescindibles recomendaciones de poemarios en español..

Vive o muere: Anne Sexton y la tristeza

Nació en 1928 y se convirtió en una de las máximas representantes de la poesía confesional. Su obra es una extensa autobiografía en la que se puede leer de todo, desde su relación con Sylvia Plath, sus deseos de morir o una feminidad hasta ahora nunca expuesta de manera tan directa y abierta. Sin embargo, muchos recuerdan a Anne Sexton únicamente por su trágico suicidio y el ritual que llevó a cabo para acabar con su vida en 1974.

Incluso entonces nada tengo contra esta vida.

Conozco bien las briznas de hierba que mencionas,
los muebles que has puesto bajo el sol.
Pero los suicidas tienen un lenguaje especial.
Como carpinteros quieren conocer con qué herramientas.
No preguntarán por qué construir.

La poesía de Anne Sexton es inigualable y, junto a la de Sylvia Plath, una de las voces que mejor supo describir la depresión y sus consecuencias.

Ser el canto de Vicente Gallego. la alegría por vivir

Ser capaz de vislumbrar la belleza en los actos más cotidianos, en la mecánica de la naturaleza o en el comportamiento de los seres que la habitan. Este es el cometido de Ser el canto, obra que recibió el Premio Generación del 27 en el año 2016. Personalmente, he recurrido a esta obra muchas veces en mi vida, especialmente durante mis paseos por el campo con mis perros. En ella, se evoca una ardiente felicidad por exprimir el momento, por experimentar el aquí y el ahora y no pensar en nada ajeno.

Iba mirando pájaros volar,

casi dentro de un vuelo atardecía,

y no se me ocultó el hinojo verde.

Muy bien encaminado, por lo visto,

sin cosa ya que hacer ni conseguir,

gané este rato ahora

que no sé bien a quién le pertenece.

La mayoría de los críticos han etiquetado a Gallego dentro de la llamada “Generación de la experiencia”. Al igual que Manrique, los versos de esta obra hacen uso de un léxico común, pero contienen un gran significado. El contemplar el atardecer, las aves o el huerto transmiten al lector un gran sosiego y, por supuesto, la alegría de vivir.

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